CIENTO CUARENTA BILLETES
Hoy, cinco de
Julio de dos mil diecisiete me levanté un poco nostálgico, reflexivo, hoy se
conmemora el ducentésimo sexto (206) aniversario de la independencia
venezolana, en un marco de protestas, de violencia, de incertidumbre, de
crisis.. en fin, hoy había planeado trasladarme a la ciudad de Cúcuta –
Colombia, para realizar unos trámites pendientes, aprovechando la fiesta
nacional, en el trayecto desde mí ciudad San Cristóbal hasta allá, pensaba lo
irónico que resultaría celebrar la independencia en medio de esta crisis
social, pensaba que show traería Maduro en el tradicional desfile (no fue hasta
la noche que regresé a mi casa que vi la ironía de celebrar la independencia
con banderas de Cuba, mientras se homenajeaba a “Nuestro comandante Fidel
Castro”). Estos pensamientos se fueron rápido mientras cruzaba el puente hacia
Colombia; desde hace cuatro años no iba a Colombia (algo tradicional para
nosotros los fronterizos), cuando se podía pasar con tu carro personal sin
mayor complicación, fue algo novedoso caminar todo este puente, presentar los
documentos que certifiquen que eres colombiano, o el carnet de “movilidad
fronteriza” si eres extranjero, admito que nunca sentí ese puente tan largo.
Una vez en Colombia comenzamos a buscar el lugar con la
mejor tasa de cambio para comprar pesos colombianos (al parecer ya no aceptan
bolívares como antes), llegamos a la casa de cambio entregamos 140 billetes del que hasta hace unos
meses fue el billete de más alta denominación, el operador nos dio a cambio un billete, el tercero de menor denominación,
junto a un par de monedas (que por cierto, había olvidado que estas en otros
lugares tenían algún tipo de valor); y fue allí cuando lo sentí, sentí de forma
real y tangible nuestro deterioro económico, nuestro estancamiento, nuestra
debilidad monetaria. En mi ingenuidad (más mecanismo de defensa que autentica)
llegué a pensar “bueno pero quizás eso alcanza para bastante” mi sorpresa fue
el doble cuando me dicen que sólo alcanza para pagar los pasajes míos y de mi
mamá en el autobús hacia Cúcuta (10mins) ida y vuelta.
En el corto trayecto del autobús y en la larga espera
mientras mi mamá hacía sus diligencias pensaba, ¿No es esto por lo que están
luchando en mi país? ¿Esto no legitima acaso la lucha? ¿Qué mejor prueba del
fracaso del modelo económico que esto? Las respuestas, desde donde lo veo, son
afirmativas para todos los casos, reafirmadas en mi paso por el supermercado donde aprovechamos a comprar harina y otros productos sin cola; luego la eterna pregunta “Pero, ¿cómo
saldremos de esto?” mil y un escenarios vinieron a mi cabeza, sueños, añoranzas…
decidí dejar de pensar y sentarme a leer mi libro, vaya jugada del
destino, en el libro se leía esto: “Sin pulsión utópica no hay pasión de
cambio, de transformación” (Alzuru, 2015 p. 286). Quizás entonces, sólo quizás,
estos sueños, míos, tuyos y nuestros sean el motor que lleve a la acción, que
nos lleve al avance, que nos permita enfocarnos en reconstruir esta patria, pero no dejemos de soñar, de soñar y de actuar.
A doscientos seis años de la independencia de los Españoles,
en Venezuela se lleva una nueva lucha, por la independencia de la barbarie, de
la corrupción, del hambre, de la pobreza. Estoy seguro que una vez más Venezuela será libre.
Rafael Castillo Zapata.Contra las jaurías de ayer, hoy y de mañana:LA POESÍACOMO CUBREFUEGOcontra las andanadas ominosas de los que celebran la muertecontra el lugar común en la casa del idiotacontra la burocracia mentalcontra el sectarismocontra el fanatismocontra la ceguera gregariacontra la intoleranciacontra la ineptitud de los que mandan y desmandancontra los sumisoscontra los que aplaudencontra los que insisten y persisten en mentir.
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